domingo, 24 de junio de 2012

EL ÁNGEL CAÍDO. DEMONOLOGÍA




Siempre nos han llegado referencias más o menos vagas. Entre las más solicitadas están los escarceos que ha tenido el cine con películas como "El Exorcista" o la más reciente "El Fin de los Días". Y es que al hombre siempre le fascinado ese lado tenebroso que representa el Diablo.

La imagen más populista lo representa con cuernos, rabo y tridente. Un mítico Ser que es Príncipe de las Tinieblas y Señor de las Hordas de Demonios. Etimológicamente, la palabra Diablo procede del griego "diabolos" y en su origen significaba acusador o difamador. Más tarde los judíos egipcios del siglo III a.C, al traducir el Antiguo Testamento al griego, utilizaron esta palabra por la hebrea "satán", un espíritu angélico encargado de poner a prueba la fidelidad del hombre para con Dios y, por lo tanto, en absoluto perverso. Ya en el Nuevo Testamento, la palabra griega "satanás" se identifica con el ser maligno que no es adversario del hombre sino de Dios.

Posteriormente, ambos términos, el satán hebreo y el satanás griego se traducen por Satán y más adelante se llega a equiparar el vocablo griego "demon" - demonio - que significa espíritu guardián, con diablo.

De esta forma las palabras demonio, diablo, y enemigo, que en su origen tenían acepciones diferentes, se unificaron con Satán, término sobre el que recayeron todas las referencias bíblicas, desde la serpiente del Génesis pasando por el príncipe de las tinieblas, el ángel caído, el maligno, el seductor del mundo, el homicida, y el padre del mentira, hasta príncipe de este mundo.

Más tarde vinieron los diferentes nombres; Belcebú, el príncipe de los serafines, Lucifer, o Leviatán, y se le llegó a representar de cualquier forma humana o animal que la imaginación pudiera desarrollar; desde tomar la forma de ángel, la más temible de todas, hasta la de macho cabrío si su presencia era requerida en un akelarre, pasando por la de serpiente, dragón, asno, cerdo, rata, lobo, mujer que tienta sexualmente (súcubo), u hombre que hace lo propio (íncubo).

La cábala judía también influyó a través del Apocalipsis para identificar al Demonio por las matemáticas. Su número es el 666, reconocido como el número de la Bestia por la configuración de letras del nombre del hombre. Igualmente se le atribuye el número 40, ya que en el Apocalipsis, según diversos estudiosos, el primer nombre del Diablo fue "Nahash". Los demonios son Legión, y aunque los demonólogos no se han puesto de acuerdo en la cifra, se habla de millones. Para Weirus, hay 666 legiones con 6666 demonios en cada una. Alfonso de Spina llegó a afirmar que una tercera parte de los ángeles se habían transformado en demonios; Johan Weyer dijo que eran 72 príncipes al mando de siete millones de millones y otros estudiosos posteriores aseguran que el número de demonios puede superar la actual población mundial.

Ninguna religión monoteísta duda de la existencia del Diablo. Así pues, en el Corán encontramos la rebelión de Iblis, un ángel que desobedeció el mandato de Alá. Como castigo, éste le expulsó de su lado con estas palabras; "Vete de mi presencia; te desprecio y te aparto. En cuanto a los que te sigan, con ellos llenaré los infiernos donde tú mores". La Iglesia Evangelista ha reducido en los últimos tiempos el valor y el papel que el Demonio llegó a desempeñar en otras épocas; sin embargo Lutero da en sus escritos testimonios de las numerosas batallas que libraba contra los demonios atentos a apoderarse de las almas humanas.

En las religiones orientales aparecen seres de naturaleza diabólica. Los Lamas tibetanos narran como Mara, un espíritu de apariencia divina, se rebeló perdiendo su título de Príncipe de la Luz para pasar a ser Príncipe de las Tinieblas. Desde entonces acecha al hombre parra tratar de hacerle perverso y egoísta. La presencia del Maligno en el mundo está representada simbólicamente en El Angel Caído, la única escultura que hay en la Tierra a él dedicada, situada en el Parque del Retiro de Madrid.

Tradicionalmente se han atribuido una serie de características al Diablo a fin de poder identificarlo. Así pues no sabe andar hacia atrás, no duerme jamás, tiene los ojos saltones, y una de cada tres veces parpadean de abajo arriba; no comen en público, cojean, no saben sonarse las narices, y tienen un pene desmesurado duro entre metal y hueso y gélido como el hielo, lo mismo que su semen.

Al Diablo - afirman - le gusta la comida condimentada con mucha mostaza y muchas moscas; es un buen conversador que sabe escuchar con interés y sus réplicas están salpicadas de agudeza e ingenio. Sin embargo odia el ajo, la sal, el ricino y la centaurea; odia el diamante, el jade, el jaspe y el coral, y no soporta la piel de lobo ni la menstruación de la mujer, huyendo despavorido ante la cruz cristiana.

Por otra parte se asegura que le encanta la música y es un virtuoso del violín. Algunos expertos han querido ver relaciones entre algunos grupos de Rock y Hard Rock con Satán. Por ejemplo Monseñor Corrado Balducci no duda en affirmar esta relación entre grupos como Rolling Stones, Black Sabbath, Pink Floid, Led Zeppelin y algún miembro de los Beatles como Jonh Lennon, que han escrito canciones con connotaciones satánicas.

Satán, el Señor de las Tinieblas, permanece oculto entre los velos de las leyendas y las religiones. Es el reflejo del bien, el otro lado del espejo, la necesidad del opuesto que justifica la razón de ser de lo bueno. Satán, Príncipe de los Infiernos